28/7/07

Playa


Primer día de playa. Ni una nube en todo el cielo, la luz lo inunda todo.

Como dijo Jose en los comentarios,
en la playa las moscas se multiplican. No hay mucho verde alrededor, ni muchas montañas. El cielo es enorme, y la arena blanca y brillante. La negra zarza espinosa, movida por el viento, crece y se enreda entre las olas.

Pues no,
no han sido suficientes estos meses para 'dejar de ver' las moscas volantes, como dicen los médicos. Siguen ahí, con toda claridad. Sirva como indicación a los nuevos afiliados a esta curiosa afección visual. Ahora bien, uno 'se acostumbra'. Se acostumbra a renunciar a algunas cosas, a aceptar como normal cierto nivel de estrés por medio del conocido y afamado método de la relativización.

La relativización: la línea de costa, acuchillada por una corona de grúas de construcción amarillas, salpicada de nuevos edificios de promotoras madrileñas, envilecida, en incipiente proceso de putrefacción comparable al que ya ha dilapidado la franja mediterránea española, resultaba, más allá del alambre de espino, un maravilloso espectáculo de severas líneas clásicas dormitando a la luz del sol, una ensoñación de paz y persistencia.

Tengo que decir que fue un buen día, que lo disfruté, y que en cuanto pueda volveré a la playa.

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