Algo de relativismo
Por compensar algo las últimas entradas, hoy propongo ésta. La escribí a media semana, en un momento de buen humor. Momentos así son posibles. Es importante tenerlos como referencia.
El caso es que "el mal" me entra cuando me empeño en pensar "cómo sería esta pared, cómo sería este cielo, cómo sería este papel, o este prado, si nada de esto hubiese pasado y todo fuese como antes". Es así como destruyo el valor de tales cosas, y no las veo ni como antes, ni las veo ahora. Mi ceguera mayor reside en mi pensamiento.
Tengo alergia a las gramíneas desde pequeño. Esto, evidentemente, ha marcado mi vida. Hay cosas que instintivamente no hago ni haré, cuando en otras circunstancias podrían haberme resultado apetecibles. Pero no me importa. Constituyen hábitos integrados en mi propia identidad, y no me encadenan en modo alguno. Son tan viejos, que los tengo como algo mío. He construido mi vida sobre esta tara.
He pensado que, si nunca hubiese conocido la alergia, me hubiese gustado esconderme entre el centeno en casa de mis abuelos. O pasar una tarde de primavera tirado en el parque. Pero sé donde no debo arriesgarme. Y, si me arriesgo, sé hasta donde puedo hacerlo. Y no siento que esté renunciando a nada.
El año pasado visité Madrid por estas fechas. Recuerdo que cuando llegué al Retiro con intención de dar un paseo con un amigo, me encontré con un torbellino de centellas amarillas. Creo que nunca vi un panorama semejante. Me parecía ver esporas del tamaño de copos de nieve, que se arremolinaban como en una tormenta. Apenas cinco minutos después todo eran picores de nariz y de ojos. Inmediatamente decidí que lo mejor era poner pies en polvorosa. Y así lo hice. No me resultó nada traumático.
Pero si la alergia me hubiese sobrevenido a los 25 años, quizá estuviese furioso por no poder ir al campo despreocupadamente en ciertas épocas del año. Enloquecería por cada segundo perdido sonándome, lagrimando, cerrando los ojos, evitando un lugar. Diría: "si esto no hubiese pasado, podría haber dado un paseo tranquilamente por el Retiro". Y estaría todo el día pensando en ello.
En resumidas cuentas: las moscas son también un problema de costumbre. Esto es, sencillamente, un conflicto entre quien era y quien soy. Luego, si la alergia es asumible, esto también debe serlo tras un reajuste de identidad, un tiempo de adaptación que aún no sé cuánto durará.
Cada vez me resulta más evidente que las miodesopsias, cuando no llevan aparejado nada más, son únicamente un problema de atención. Es decir: uno no deja de ver un pájaro en el cielo por tener moscas, pero puede tener dificultades para mantener en él su atención. Esto, lógicamente, puede ser desquiciante, pero atañe únicamente al plano psicológico, y por eso confío en poder asumirlo. Eso sí: un problema psicológico sigue siendo un problema, y la medicina no debería desdeñarlo.