Varias veces se ha hablado en este blog de algunas clínicas que supuestamente ofrecen un remedio para las miodesopsias. Muchos de nosotros, después de visitar a nuestro médico y de recibir con extrañeza la noticia de que no existe remedio, hemos decidido contrastar la afirmación a través de Internet. Al tomarle el pulso a este medio tan poliédrico, obtenemos en un primer momento la sensación de que el médico no nos está contando todo, pues no sólo topamos con mucha gente que no se ha acostumbrado a las moscas, sino que hay quienes en apariencia ofrecen una solución para ellas.
A los pocos días de encontrarme con los molestos intrusos en mi campo visual, y después de haber hecho una batida en Internet, yo sostenía la idea de que "las moscas volantes tienen un tratamiento, sólo que únicamente puede recibirse en dos clínicas de Estados Unidos". Me refería, como sabéis, a las dos populares clínicas que han centrado toda su campaña publicitaria en el tratamiento de las moscas volantes: http://www.vitreousfloaters.com/ y http://www.eyefloaters.com/. Pero actualmente, he llegado a la conclusión de que estas dos clínicas no ofrecen nada en particular.
El tratamiento que estas dos clínicas estadounidenses ofrecen es de sobra conocido por la oftalmología, y no es exclusivo de ellas. Después de saber de su existencia, descubrí que también trabajaba con él una tal doctora Tassignon, vinculada a la Universidad de Amberes, en Bélgica. A estas alturas pensaba erróneamente que se trataba de un procedimiento puntero. Pero aún más tarde, hallé referencias a una clínica en Londres que anunciaba también el tratamiento de las miodesopsias con láser; y aún otra nada más lejos que en Murcia, que afirmaba que "existe un tratamiento con otro tipo de láser que permite destruir el grumo que provoca la percepción de moscas volantes", texto que actualmente ha sido eliminado de la redacción.
¿Qué es lo que se anuncia realmente cuando se dice que "existe un tratamiento con láser para las moscas volantes"? Lo que se anuncia es una terapia con el llamado láser YAG, del cual aquí se puede leer una breve explicación. Se trata de una técnica que, cuando menos, no ha demostrado su efectividad, y cuyo uso se reserva para unas circustancias muy concretas. Cualquiera de las dos páginas estadounidenses hace referencia a estas circunstancias específicas que ha de reunir el paciente para que se pueda proceder a la intervención:
"Perhaps 25 percent of patients under the age of 55 can not be offered treatment because usually there is not a posterior vitreous detachment (PVD)" [eyefloaters.com]
"Patients who are unusually anxious or depressed because of their floaters, may not be offered the procedure." [eyefloaters.com]
"Patients range from 20 - 33 years. The vitreous is generally clear except for small opacities close to retina and very mobile. (...) These floaters tend to be extremely disturbinging to young patients, and are extremely difficult to treat." [vitreousfloaters.com]
El caso es que, de una forma u otra, la clínica se guarda la espalda introduciendo salvedades a sus ofertas. Pero no es algo exclusivo de estas clínicas ni del problema de las moscas volantes. Se trata de que, en un contexto publicitario, como son muchas páginas de Internet, lo que se pretende es la captación de clientes. Y esta captación se realiza en base a la propuesta de enunciados genéricos y técnicamente verdaderos sobre lo que "puede" hacerse con un problema en abstracto. Pero que se lleve a la práctica depende siempre y necesariamente de infinidad de circunstacias concretas de cada paciente individual, que son valoradas por el propio médico en la consulta.
Esta posibilidad de hacer enunciados genéricos es aprovechada por la publicidad, la cual no debe confundirse con el trabajo del médico. En la publicidad, se ofrecen soluciones genéricas para nuestros problemas, quesos para adelgazar y un desodorante para ser deseado por las mujeres. Pero luego, la obtención concreta de esos objetivos no depende de una única coyuntura, sino que responde a una gran estructura de circunstacias a veces insuperable.
A menudo, la publicidad nos vende artículos absolutamente comunes como punteros. La ley que prima en este caso es la del mercado. Pero si el láser YAG hubiese demostrado sobradamente su efectividad estaría con toda seguridad generalizado a la mayoría de las clínicas oftalmológicas del mundo, como lo está la técnica del LASIK. Y no sólo generalizado en el ámbito de lo privado, sino también de la sanidad pública, por ejemplo la española, la cual en términos generales accede también a los avances punteros cuando éstos ofrecen buenos resultados.
Precisamente, y a pesar de todos sus defectos, es en la sanidad pública donde todo ese mundo de las recetas milagrosas está ausente. Porque la sanidad pública no maneja un modelo publicitario, y no necesita (ni desea) atraer clientes. La consecuencia es que el lenguaje persuasivo está desterrado en este ámbito; nadie va a vendernos lo que no existe. El entorno privado, por el contrario, ofrece elementos persuasivos. Por ejemplo, en muchos países como Estados Unidos se explota la imagen del médico figura, que trabaja con un equipo privado cuyas investigaciones están en un nivel estratosférico. En modelos como éste, las clínicas trabajan con un sentido individualista y tiene una gran importancia la cuestión del prestigio.
La clínica privada necesita de tender anzuelos para atraer a su público. Y fabricar estos anzuelos implica maquillar lo que se ofrece, para dotarlo de la apariencia de lo novedoso y lo puntero. En este sentido, la exclusividad del producto juega a favor del publicista. Pero yo pienso que, muchas veces, el que una clínica oferte un tratamiento exclusivo no se debe tanto a que sea puntero como a que se encuentra cuestionado por la comunidad médica.