Los días no son como antes
Levanto la vista. Si no las veo me alegro, y la vida es buena. Si las veo me derrumbo. Es falso que sea al revés. No es que las vea por estar derrumbado primero. No es que deje de verlas por estar feliz. Luego son ellas las que me echan abajo. Luego, si no estuviesen, estos cien días hubiesen sido buenos, como antes. Esto es así; yo no sé si será para tanto o para menos, pero es así.
Tan trivial, tan leve, tan insignificante, esta mierdecilla ha golpeado la línea de flotación de mi día a día, materializando mis peores miedos, que ahora se demuestran como sobradamente justificados. Desgraciadamente, la manchita que me provocó mi primer gran horror es ridícula comparada con la maraña de filamentos que, cuatro meses después, inunda todo lo que miro.
2 comentarios:
Has descrito exactamente mi misma situación.
Yo antes, por ejemplo, pensaba en ir a la playa y me ponía contento. Pasaré un buen día, pensaba. Ahora pienso... ¿Cuantas moscas veré? ¿Conseguiré olvidarme de ellas y pasar un buen día? Porque la playa es un lugar donde se ven muchísimo...
De noche no las véis, de día ignorarlas como hago yo y tendréis una preocupación menos en vuestras vidas, porque si os preocupáis ya teneís dos trabajos, el que teníais más este que añadís. Ánimo.
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