Se cumplen dos años desde que comencé a escribir este blog, empujado por la conmoción de haber desarrollado repentinamente gran cantidad de moscas volantes en mi vista. Los años suelen cumplirse y celebrarse como homenaje a la supervivencia, pero no en este caso. Una vez alcanzada la altura deseada, la cumbre desde la que se quería mirar el valle, llega el momento de iniciar el descenso de vuelta a casa.
Desde el principio, no planteé este blog en términos narrativos, no en términos lineales, de expansión hacia adelante; sino en términos descriptivos, en términos de circularidad, con la intención de cartografiar el territorio circundante, de pintar con la mayor precisión posible el estado de un individuo concreto, que soy yo. Por eso, cada nueva pincelada, antes que suponer una expansión en el espacio, ha querido ser para mí un mayor nivel de concreción en los detalles del paisaje. Y ahora el círculo se cierra, la mirada ya ha recorrido todo el panorama, y es el momento de concluir el cuadro.
Quiero decir que lo que quería contar ya lo he contado, y a partir de aquí sólo cabría seguir girando en torno a lo mismo, añadiendo capas del mismo color. Y es que nunca me planteé abrir el discurso hacia el aspecto estrictamente médico, para lo cual no estoy preparado, porque sólo serviría para repetir lo que ya se conoce, y sólo vendría a confundir y emborronar los objetivos iniciales del blog. No quiere decir esto que no pueda hablarse sobre mil aspectos técnicos que nos afectan; sino sólo que yo no he querido mojarme sobre un tema sobre el que, sinceramente, no puedo aportar nada.
Es el momento de recordar que estamos rodeados por infinidad de dramas, dramas mucho peores que éste y sin solución. Por eso es tan necesario medirse para no caer en la exageración y la prolongación de nuestro problema. Se ha tratado aquí de definir las miodesopsias en sus justos términos. Y esos términos son que las moscas no son "nada", no son "las ignoras y desaparecen", porque yo creo que ése es un discurso apócrifo, que no se ajusta a la verdad.
Sobre el tema de las encuestas que estaban pendientes de iniciarse, he pensado en dar otro enfoque. Una sola en la columna de la izquierda y con tiempo limitado resulta un poco escaso; el número de votos que reciben es elocuente. Muy pronto, y como ya he comentado, se pondrá en marcha un foro que seguramente va a cubrir mucho mejor lo mucho que aún se puede hablar del tema desde el punto de vista de los afectados. Las encuestas, además, podrían reconducirse desde ahí de una manera más eficiente. El enlace de este nuevo foro lo anunciaré pronto en esta misma página. Porque no tengo intención de borrar el blog. Simplemente va a permanecer esencialmente quieto, como el vestigio de una historia individual que será todo lo subjetiva que se quiera, pero que no obstante es auténtica. Y quizá sirva para ilustrar a alguien que, como yo hace dos años, se encuentre en los primeros instantes de desesperación y busque hacerse una idea de lo que le espera.
Por último, os mostraré el paisaje desde mi casa de aquiler. Lo que se ve al fondo de la foto, como muchos reconoceréis, es la catedral de Santiago. Se me ha ocurrido varias veces desde que entré en el piso que es una pena tener un árbol interpuesto entre la ventana y la vista de la fachada del Obradoiro. Si lo talasen, pensé, podría verse entera, sin interferencias, nítida en su encrespada superficie, con sus míticas torres. Pero, por otra parte, he pensado que peor que las ramas que entorpecen la vista sería carecer del panorama que está al fondo. Porque yo creo que si las moscas nos duelen es porque allá al fondo hay algo que nos atrae, algo que quiere ser mirado. Y mientras exista, aquel lugar justifica que abramos bien los ojos.