El vuelo de las moscas cojoneras

Las miodesopsias o 'moscas volantes' son opacidades que se forman a veces en el vítreo del ojo y tienen carácter permanente. Para quienes las tienen, se perciben como sombras que pululan por el campo visual, a menudo comparadas con puntos, hilos o telarañas. La oftalmología las considera por sí solas un problema menor. Hoy en día, no las trata porque no dispone de un remedio eficaz; no obstante, sostiene que se dejan de percibir con la costumbre. Cuestionada esta afirmación por muchas personas, este blog nace para comprobar su veracidad sobre mi caso particular. Pero no persigue una experiencia científica, sino expresiva.
[Aviso: ÉSTE NO ES UN BLOG DE MEDICINA. Para leer una descripción médica de las miodesopsias, visita este enlace.]

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12/4/08

El espacio de la arquitectura


La arquitectura contemporánea está dando valor al agua en sus espacios internos. Son muchos los ejemplos donde se demuestra una armoniosa integración del agua con el espacio diseñado. Dos ejemplos me son familiares: el museo de la ciudad donde vivo y una de las bibliotecas de la Universidad. En ambos casos, la función principal que ejerce el agua es la de activar acústicamente el ambiente, dotándolo del sigiloso murmullo de los arroyos y las fuentes.


No es algo del todo nuevo. La antigüedad clásica se ha definido por una notable cultura del agua, que a menudo aparecía como parte de la arquitectura. Roma invocaba la naturaleza nutricia por medio de su vasta red de acueductos que unían la ciudad y el campo. El líquido llegaba a adquirir una dimensión mágica en su vinculación con ritos iniciáticos. Emperadores como Tiberio, con su gruta marina en Sperlonga, o como Adriano, en su villa de Tívoli, ilustran el papel del agua como agente de ocio, más allá de sus funciones vitales, higiénicas o agrícolas.

En este contexto, se comprende que se haya dicho que uno de los remedios más antiguos para los acúfenos lo hayan aportado los romanos, que a menudo gustaban de celebrar sus reuniones junto a corrientes de agua con el fin de que éstas aminorasen el efecto del tinnitus.

¿Qué es lo que hace que las corrientes de agua aminoren los acúfenos? Los acúfenos, que ofrecen puntos en común con las moscas volantes, pierden notoriedad cuando se genera una fuente de atención más potente que ellos. Como he dicho en varias ocasiones, tanto moscas volantes como acúfenos son más perceptibles cuando son el único estímulo. Dicho de otro modo: se hacen más intensos cuando recibimos un bajo caudal de información visual o acústica, como sucede cuando miramos una pared blanca o nos hallamos en un lugar silencioso.

Lo que se consigue al proponer un caudal constante de sonido al oído (como una corriente de agua, o el rumor de una emisora de radio) es en idea lo mismo que se consigue al proponerle al ojo una superficie heterogénea (como un mantel de colores o un árbol lleno de flores): los estímulos procedentes del exterior ganan notoriedad y nos distraen de aquellos otros que nos molestan. Quizá la cultura del jardín, como espacio plagado de estímulos sensoriales heterogéneos, esté relacionada en una pequeña proporción con este placer del prisionero que escapa de su prisión.

Estoy seguro de que más de un arquitecto ha recordado que existe el tinnitus a la hora de colocar una caída de agua en su edificio, y más en una época en la que ya casi nada es gratuito en arquitectura, pues suele proceder de una reflexión concienzuda sobre las necesidades sensoriales humanas (luz, color, temperatura, humedad, sonoridad, olor, tacto...). No obstante, la denodada búsqueda por el confort que sostiene la arquitectura contemporánea se me antoja ridícula cuando me doy cuenta de que, a pesar de todos los cuidados, por la vista me encuentro más a gusto en la calle. Pero claro, el confort no es una cualidad absoluta, sino relativa a las necesidades que cada uno posee.

En cualquier caso, conozco una serie de edificios donde la confortabilidad de mi experiencia acústica guarda una relación inversa con la incomodidad de mi experiencia visual. Casualidad o no, la dimensión sonora parece cuidada con acierto, mientras que la visual resulta fatigosa y desagradable. Los grandes muros lisos, blancos y refulgentes, las tozudas luces de tubo, parecen certificar que las miodesopsias no existen para mucha gente.

Porque claro, son las moscas volantes las responsables de que la iluminación no sea la adecuada; tal vez para quienes no las tienen sea una buena iluminación. Una vez me quejé a un amigo de estos tubos fluorescentes. Él me replicó que no iban a cambiarlos por uno al que le molestasen. ¡Y yo que pensaba que “todo el mundo tiene miodesopsias”…!

4 comentarios:

gonzalo dijo...

Muy buena reflexión.
Entonces el equivalente visual a este sonido relajante y armonizador(pienso en los arabes), podria ser algo que se inspirase de lo que ya has mencionado en otra ocasión como es el movimiento de las hojas de los arboles cuando hace viento ya que es un movimiento muy acompasado.
Si no entiendo mal , la cuestion estaría en contrarrestar los perniciosos efectos de fijarse en el movimiento de unas sombras no muy bonitas para que nos vamos a engañar( a lo mejor si fueran prismas icosaedros esferas ,piramides triangulos etc... nos gustaba tanto que estabamos tan contentos y automaticamente sabiamos abstraernos mejor de su presencia)hasta el punto ,como tu has dicho muy bien anteriormente,de poder llegar a lastrar la capacidad de atencion.
Volviendo al tema fundamental del fondo en blanco, y no me refiero ya a la arquitectura en si porque creo que eso es un tema que no van a cambiar, sino al hecho que es en sí el esencial,por ser el que más tiempo nos va a ucupar que es el de leer,escribir etc... ya sea con o sin ordenador y eso solo implica un entorno muy reducido sobre el que quizás si se pudiese idear alguna forma de paliar el vaiven de las famosas sombras que nos ocupa, analogamente al sonido del agua.
Se me ocurre alguna forma de proyectar sobre la zona de trabajo un buen numero de figuras bonitas, de varios colores, modulables en nitidez, tamaño y movimiento todo ello con la presencia adicional de una luz general calida.
Igual esto que digo una vez realizado es mucho peor, pero me ha salido del alma pensarlo, y a ver tu que piensas ya que fuiste el que me hizo divagar sobre estas cuestiones a raiz de tu articulo sobre la luz.
Un saludo
Gonzalo

Anónimo dijo...

La verdad que teneis razon. Hoy día los eficios publicos o culturales tienabiendoseme casi olvidado que tengo miodesopsias) y de repente me veo inmerso en un saco de suciedad rodeandome.
Muy bueno el comentario final de tu articulo también...

Por cierto la pagina de la asociacion italiana de miodesopsiados la han puesto tambien ahora en ingles y creo que ha cambiado la organizacion interna de dicha asociacion incluyendo a varios médicos mas.

Es admirable lo que está haciendo esta gente en un tema en el que nadie mueve un dedo en España...

Anónimo dijo...

veo que el principio de mi comentario ha salido un poco emborronado (porque sera...).
Queria decir que los edificio modernos publicos y culturales cada vez tienden a ser de color blanco y liso en su interior.

Y que muchas veces llego de la callle habiendoseme olvidado que tengo la condena esta cuando de repente al entrar me veo inmerso en un saco de mierda que se mueve al compas de mi mirada....(lo demas esta todo bien).


Pablo.

juan d. dijo...

Hola chicos. Ya veis que últimamente he decaído un poco en la frecuencia de actualización. Pero es sólo una cuestión pasajera. Avanza abril, y se me acercan unos exámenes importantes que espero solucionar pronto. De todas formas, aún pienso escribir unas cuantas cosillas importantes que tengo pendientes.

Gonzalo: me alegra que hayas entendido lo que quería decir, al comparar el agua con el movimiento de las hojas de los árboles. El asunto es ése, que haya algo que nos permita "distraernos". Es decir, focalizar nuestra atención, pero no de forma recalcitrante. En mi opinión, las moscas no son desagradables exactamente por ser feas. Al fin y al cabo son un estímulo visual más, como lo pueden ser las irregulares rugosidades de la corteza de un árbol, o las motas de polvo iluminadas por el sol un día de verano. El problema es que las moscas volantes son un estímulo espurio y recalcitrante, que antes que aportarnos información sobre el mundo, lo distorsiona. Las luces y las sombras que un árbol proyecta sobre el suelo en una tarde de verano pueden ser una experiencia visual placentera, en tanto es una invitación; pero las mismas luces y sombras forzosamente incrustadas en nuestra vista día a día pueden ser muy desagradables. No obstante, los mecanismos del placer y del displacer son muy relativos y varían mucho de persona a persona. Esto puede parecer un argumento contra la existencia de exte blog; sin embargo, es todo lo contrario. Precisamente es su razón de ser.

Tus propuestas sobre algo que pudiese ser a los ojos lo que el agua a los oídos son muy interesantes. Yo creo que sí que hay maneras para alcanzar un clima razonablemente confortable para leer o para estar en nuestra habitación. Por desgracia, la mayoría de las cosas hermosas siguen estando fuera de ella. Y si pudiésemos proyectar en el cielo una máscara que nos distrayese, nos encontraríamos con la paradoja de que no se puede disfrutar el silencio poniéndole música. Francamente, no creo estar hablando de cosas demasiado despegadas de la vida real, sino todo lo contrario. La gran mayoría, sin necesidad de ser aficionados al arte, tenemos una relación cotidiana con la belleza.

Pablo: ramplonamente, podemos decir que una tendencia importante de la arquitectura contemporánea desde principios del siglo XX ha sido el alisar y aclarar las superficies y muros. Es un resumen un poco brusco, pues ha habido otras muchas investigaciones. Materiales como el cristal, con el que se han hecho infinidad de muros cortina, o experiencias con el hormigón visto, sin enfoscar ni pintar, representan opciones mucho menos agresivas para quien tiene muchas miodesopsias. La forma de iluminar, tanto de manera natural como artificial, representa otro factor a tener en cuenta más allá de la dimensión constructiva. Voy a concretar. De entre los espacios de frecuento, el que hace más intensas y molestas mis moscas volantes es el Centro Galego de Arte Contemporáneo, de Santiago de Compostela, obra del reputado arquitecto portugués Álvaro Siza, del que se ha destacado su "cuidado estudio de la luz". Que espacio de tanto valor arquitectónico, luz incluída, me resulte infumable en términos sensoriales es algo muy frustrante.

Un saludo, y hasta pronto.
PD: echad un ojo a las fotos del enlace; son elocuentes.

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