El vuelo de las moscas cojoneras

Las miodesopsias o 'moscas volantes' son opacidades que se forman a veces en el vítreo del ojo y tienen carácter permanente. Para quienes las tienen, se perciben como sombras que pululan por el campo visual, a menudo comparadas con puntos, hilos o telarañas. La oftalmología las considera por sí solas un problema menor. Hoy en día, no las trata porque no dispone de un remedio eficaz; no obstante, sostiene que se dejan de percibir con la costumbre. Cuestionada esta afirmación por muchas personas, este blog nace para comprobar su veracidad sobre mi caso particular. Pero no persigue una experiencia científica, sino expresiva.
[Aviso: ÉSTE NO ES UN BLOG DE MEDICINA. Para leer una descripción médica de las miodesopsias, visita este enlace.]

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28/7/07

Playa


Primer día de playa. Ni una nube en todo el cielo, la luz lo inunda todo.

Como dijo Jose en los comentarios,
en la playa las moscas se multiplican. No hay mucho verde alrededor, ni muchas montañas. El cielo es enorme, y la arena blanca y brillante. La negra zarza espinosa, movida por el viento, crece y se enreda entre las olas.

Pues no,
no han sido suficientes estos meses para 'dejar de ver' las moscas volantes, como dicen los médicos. Siguen ahí, con toda claridad. Sirva como indicación a los nuevos afiliados a esta curiosa afección visual. Ahora bien, uno 'se acostumbra'. Se acostumbra a renunciar a algunas cosas, a aceptar como normal cierto nivel de estrés por medio del conocido y afamado método de la relativización.

La relativización: la línea de costa, acuchillada por una corona de grúas de construcción amarillas, salpicada de nuevos edificios de promotoras madrileñas, envilecida, en incipiente proceso de putrefacción comparable al que ya ha dilapidado la franja mediterránea española, resultaba, más allá del alambre de espino, un maravilloso espectáculo de severas líneas clásicas dormitando a la luz del sol, una ensoñación de paz y persistencia.

Tengo que decir que fue un buen día, que lo disfruté, y que en cuanto pueda volveré a la playa.

18/7/07

Otra de arena


Por momentos, la cosa pierde importancia.
Hay que incidir en estos momentos, para que quien se pase por esta página no se lleve una impresión terrible de las miodesopsias (o quizá una imagen terrible de quien las padece).

Ayer hice el último examen de oposición y, por fin, ahora sí puedo decir que estoy de vacaciones. La verdad es que la satisfacción personal de haber hecho un buen curso, doblegando tantos momentos de débil ánimo, me ha dado un enfoque distinto de la cuestión.

La semana pasada constituyó unos días de paréntesis previo al último examen, y me la tomé muy relajadamente, hasta el punto de inaugurar la temporada de baño en el río. Mi experiencia con las moscas en estos días fue notablemente positiva. Esta experiencia positiva global se construyó en base a circunstancias anecdóticas, como no podía ser de otra forma, pues también las miodesopsias son en esencia unas manchitas insignificantes capaces de matizar e impregnar toda experiencia sensible.

Se da la circunstancia de que, allí a donde fui a darme un chapuzón, hay muchos árboles, muchas rocas grises, y el agua se mueve sin parar frente a un dique, antes de bajar a toda velocidad por un raudal. Es un espacio caprichoso, discontinuo, lleno de variedad de formas y colores. Por tanto, si uno tiene la suerte de tener únicamente miodesopsias, la experiencia es bien parecida a no tenerlas.

No sólo esto... una vez alcanzado un nivel alto de reconciliación con mi vista, casi olvidado de estos seis meses pasados, me tumbé boca arriba en una roca con las gafas de sol puestas. Lo hice con inconsciente confianza; no iba en busca de mosca alguna, sólo a mirar el cielo. Y de veras que me pasé un buen rato sin encontrarlas, paseando por el azul intenso, salpicado de nubes enormes, de variadas texturas, unas espumosas como algodón; otras largas y grumosas como una pincelada; otras profundas, abismales, como una enorme llanura arcillosa y resquebrajada.

Hoy he ido a visitar al oculista. Es primera de vez desde hace seis meses, cuando lo de las moscas. En esa ocasión, la miopía me había subido repentinamente 1 dioptría en cada ojo, y ligado a ello, parece evidente, las miodesopsias. Hoy, por suerte, la cosa no ha ido tan mal. Cuando el oculista me pidió que leyese la línea sobre la que me ajusta las lentillas, me di cuenta de que no sólo veía esa, sino dos líneas más por debajo. Me dijo que no era malo, que al contrario, que todo estaba bien; no me reajustó las lentillas. Saber que el aumento de miopía me ha dado un respiro me ha alegrado el día.

Dos experiencias positivas estos días me dan bastante ánimo. La aspiración, aunque siga habiendo días malos, es que porcentualmente haya más días como estos a lo largo del mes. Hasta tengo ganas de ir a la playa, y eso a pesar de algunos comentarios que han salido en el blog. Aún no la he probado este año; espero superar la prueba. Pero, para superarla, supongo que primero hay que evitar pensarlo.

7/7/07

La mirada a la defensiva


Con el paso de los días y los meses, alcanzo cierto nivel de costumbre. Es natural; de no ser así, acabaría por volverme loco. Así que, poco a poco, y porque no queda más remedio, voy cediendo algunos feudos al ejército invasor sin oponer resistencia, tratando de construir una vida placentera en nuevos territorios. Intentando no pensar demasiado en ello, pues al fin y al cabo, por más que piense, las cosas no van a cambiar.


Este nuevo estadio acostumbrado, que aspira a postergar el lamento, que da la espalda al recuerdo, es la ambición más saludable y realista que uno puede tener. Pero mantener ese estado permanentemente es difícil. Sin querer, acabo siempre subiéndose a un peñasco y divisando desde allí los territorios perdidos, invadidos de negros alambres de espino. Entonces, se manifiesta con toda claridad el tamaño de lo perdido, luce perfectamente a la luz del sol la zanja abierta entre mi vida y la que tenía.

Ayer hice el último examen que me faltaba y terminé prácticamente con este intenso y difícil curso, tan lleno de sombras terribles y al tiempo, por suerte, de luces entre ellas. Hacía ya varios días que me preocupaban menos las miodesopsias, quizá principalmente a causa de que estaba tan agobiado de trabajo que no tenía tiempo para pensar en ellas. Tengo que reconocer que muchas veces me sentí fuerte, y albergaba la esperanza de que, al llegar el momento de terminar con las obligaciones, sentiría haber dado un paso de gigante por superar este ridículo asunto de las moscas.

No fue así. Al principio, me invadió una antigua y primaria sensación de libertad, de tener todo el tiempo y el mundo para disfrutar a voluntad. Pero se esfumó cuando me vi en el espejo y vi mis párpados caídos, desmayados, recelosos desde hace un tiempo de abrirse demasiado. Caí en la cuenta, por un instante, subido a ese peñasco desde el que puede avistarse todo el territorio circundante, de que mi mirada está cansada, desencantada, llena de indiferencia. Ya no se lanza a devorar lo que está a su alrededor, palpitando con cada brillo, con cada color, sino que se atrinchera a la defensiva cada vez que sale el sol, temerosa de que le recuerden la tierra que ha perdido.

2/7/07

Explicaciones


Ayer pasé por el típico episodio de contarle a un amigo lo que son las moscas volantes. Yo no suelo hablar con nadie de esto, porque sé bien a lo que conduce, así que
buena parte de las personas que para mí son importantes no saben nada de esto, y a una pequeña proporción se lo he contado puntualmente sin volver a sacar el tema.

Por eso ayer no me lo esperaba. Salió a raíz de que llevaba yo la típica marca en las patillas de haber estado con gafas. "has estado con gafas, ¿no?". "Pues sí", digo yo. "Por cierto, ¿y las moscas qué tal?". "Pues igual", me encojo de hombros. Entonces,
empiezan las preguntas.

Ya he visto en algunas ocasiones lo difícil que es describir el problema éste a quien no lo tiene.
La mayoría tiene una facilidad pasmosa para entenderlo de forma extrema, y pasan de pensar que es una manía, que sólo se ven cuando se buscan obsesivamente, a pensar que podemos dejar de ver un objeto de la realidad si coincide que una mosca se le planta encima.

La cuestión es sencilla, le dije. Cuando alguien va en coche y lleva el parabrisas sucio, ¿conduce con más dificultad? En principio, si se trata de la típica suciedad de parabrisas (no de una capa de estiércol), nadie se siente molesto por conducir así. Se le puede preguntar a un conductor, "¿ves las moscas?" Y naturalmente responderá: "si me fijo, sí". Se le puede preguntar:
"¿es posible que dejes de ver un stop porque una de esas mocas estampadas contra el parabrisas te lo tape?". Y responderá: "hombre, haría falta mucha coincidencia, casi sería necesario pretenderlo aposta; además, tengo dos ojos, y la mosca no es ni tan grande ni tan negra".

La diferencia entre la suciedad del parabrisas y las moscas volantes es que las primeras son mucho menos molestas, porque están fijas, y uno asimila su posición. En el segundo caso, las moscas bullen en el campo de visión, siguiendo una deriva impredecible en la mayoría de los casos. Pero, en el concepto, ambas son experiencias muy parecidas.

Y volvemos a lo mismo:
las moscas son una cuestión de atención, no restan visión en la práctica, sólo molestan. Ahora bien, en mi opinión, la Medicina también debería tener en consideración esta consecuencia, al menos para ayudar a los pacientes a encajar el problema. Supongo que una molestia constante, que nos llega de un día para otro y nos obliga a cambiar nuestra relación con el mundo merece cierto grado de respeto.

Al final, le dije a mi amigo que en internet había un simulador de moscas volantes, por si quería verlo. Se lo tomó como una iniciativa de frikies, y echó una risotada. "Qué es, ¿para concienciar a la población?". En fin, lo de concienciar a la población suena demasiado solemne, si pensamos en los problemas verdaderamente graves que existen. Yo diría simplemente que ese programita es consecuencia de
la necesidad que todos hemos sentido alguna vez de explicar a otros cómo vemos.

El efecto del simulador está bastante conseguido. Así que si alguien tiene curiosidad, lo recomiendo. Una vez iniciado, con
la tecla J se añaden miodesopsias. En mi caso habría que poner un valor de 50.000 apr
oximadamente, para condiciones de luz intensa, porque ya se sabe que al disminuir la luminosidad su visibilidad es menor.