El vuelo de las moscas cojoneras

Las miodesopsias o 'moscas volantes' son opacidades que se forman a veces en el vítreo del ojo y tienen carácter permanente. Para quienes las tienen, se perciben como sombras que pululan por el campo visual, a menudo comparadas con puntos, hilos o telarañas. La oftalmología las considera por sí solas un problema menor. Hoy en día, no las trata porque no dispone de un remedio eficaz; no obstante, sostiene que se dejan de percibir con la costumbre. Cuestionada esta afirmación por muchas personas, este blog nace para comprobar su veracidad sobre mi caso particular. Pero no persigue una experiencia científica, sino expresiva.
[Aviso: ÉSTE NO ES UN BLOG DE MEDICINA. Para leer una descripción médica de las miodesopsias, visita este enlace.]

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31/7/08

El blog de Ocularis (III): objetos y sujetos


Decíamos que Ocularis construye su blog antes desde el consenso que desde la opinión particular. Es decir, lo que le interesa es el discurso institucional, en tanto éste aspira a la objetividad y la universalidad; no los juicios ajenos a la metodología científica, emitidos intuitiva e incluso desesperadamente y que, aislados y subjetivos, no sirven al conocimiento.

No obstante, esta distinción marcada por Ocularis aparece difuminada en algunos momentos puntuales, sin que él mismo parezca haberlo notado. En una pieza clásica de su blog, titulada “Relativizando las cosas”, se echa mano de una dramática historia con la intención de sacudir nuestra conciencia, a costa de ridiculizar la insensatez de un paciente con moscas. Este buen señor, que “no se tropieza con la silla al entrar”(*), sirve cómicamente al objeto de reforzar la incontestable evidencia de que siempre existe un mal peor que el nuestro. La tesis podrá ganarse o no nuestro corazón, pero sea como fuere, lo que es innegable es que no estamos ante un discurso científico, sino marcadamente moralizante.

Respecto a mi corazón: inmediatamente me veo compelido a suscribir la tesis de Ocularis, desbordado por la contundencia de la lógica empleada. Pero, al rato, descubro avergonzado que sigo sintiéndome lastrado por mi pequeño mal. Yo creo que el aplastante argumento de que siempre existe un mal mayor no sirve tanto a los aprendices como a los que tienen la maestría. Así, suele demostrarse incapaz de penetrar a la primera las murallas del dolor de cada uno, y sólo usado a modo de ariete, tras muchas embestidas, puede abrir alguna brecha. Porque las heridas del alma no son cosa de lógica, y no se curan con verdades puntuales, sino como consecuencia de un largo aprendizaje basado en la experiencia directa (cosa que los médicos conocen bien). La fuerza que nos suscita las ganas de vivir, como sabemos, está muy lejos de las verdades racionales; de otro modo, evidencias como la muerte, que siempre es inminente, sólo podrían persuadirnos de abandonarlo todo.


Imagen: ejemplo de discurso moralizante, es decir, que persigue la instrucción de las costumbres y, en definitiva, la inculcación de una actitud ante la vida. Corresponde a un libro de emblemas, muy habituales en el Barroco. Este emblema, titulado Advertid que somos polvo, pertenece al Theatro Moral de la Vida Humana (1669), de Otto Vaenius y Antonio Brum. El texto del epigrama dice: "Contempla en la obscuridad / essa sombra que te asombra: / pues la más rara beldad /que ahier se adoró Deidad / hoy es menos que su sombra".


Así pues, “Relativizando las cosas” es una regañina velada, es decir, una reflexión no acerca de lo que es, sino acerca de lo que debe ser. Es un sermón paternalista, más o menos explícito, sobre lo que está bien y lo que está mal. En consecuencia, es más una lección de filosofía para la vida que una estrictamente de medicina. Ello no quiere decir que carezca de razón o de lógica. Sin duda la posee, y muy fuerte; pero se trata de una razón intuitiva, una lógica a priori, de la que cualquier persona dispone sin necesidad de estudiar medicina. Por eso, desde el momento que Ocularis adopta este registro moral, se encuentra en tierra de nadie, y cualquier persona posee la autoridad de cuestionarlo.

Dejando a un lado a Ocularis, lo cierto es que la confusión entre discursos de conocimiento y discursos moralizantes (es decir, ideológicos) son a mi juicio frecuentes en la práctica profesional de algunos médicos. Me disgusta enormemente que, frente a quienes separan limpiamente los hechos de las opiniones, algunos gusten de solaparlos. Es decir, repruebo que algunos médicos, utilizando el nombre de la Medicina (y su tradicional autoridad moral sobre las gentes corrientes), rebasen su territorio para ejercer, por ejemplo, de curas. Lo considero una impertinencia similar a la del curandero que se anuncia como médico.

En ambos casos, en mi opinión, se secuestra el nombre de la Medicina para hacer otra cosa. No obstante, todos somos libres de hacer otra cosa. Por eso, acepto con total deportividad que un médico me regañe si se quita antes la placa y me habla “de paisano”, como una persona más que, desde la intuición, se dedica al libre ejercicio de opinar. No es que me parezca bien; me parece incluso recomendable. Pero llegado ese punto, el médico debe aceptar una relación simétrica con su interlocutor. El caso es que metafísica no se estudia en medicina, y dar sermones sin arte me parece un gesto arrogante.

Es obvio que el blog de Ocularis no tiene como finalidad, ni primaria ni secundaria, la de aleccionar a sus lectores. Pero yo le preguntaría si es consciente haberlo hecho de manera puntual; porque para mí lo ha hecho. Pero esto no es nada malo. Aunque Ocularis escriba un blog médico, tiene derecho a opinar, como todo el mundo. Tiene todo el derecho a desarrollar, a la par de su discurso sobre oftalmología, otras tramas discursivas en las que, por poner un ejemplo, opine sobre cuestiones de moral. Simplemente se trata de opinar, como opinamos todos. La cuestión está en saber si Ocularis acepta a un interlocutor en condiciones de simetría, es decir, si acepta como un empate que el enunciado “siempre hay gente con una salud peor” reciba como respuesta “siempre hay gente con una salud mejor”.

“Ayer viví una situación que me invitó a la reflexión, y quería compartirlo con vosotros”, dice Ocularis para comenzar su artículo. Objetivamente, no podemos decir que el estilo de Ocularis se arrogue autoridad. Siendo así, lo respeto perfectamente, y me parece una postura honesta. Por lo general, las ideas de Ocularis acerca de las opiniones personales de cada uno impregnan todo su blog, y revelan que no se cree con autoridad de cambiarlas. No obstante, las desdeña porque no las considera pertinentes al objeto de blog. Estas dos actitudes hacia las ideas de los demás son legítimas y respetables, y por tanto es justo que les demos respuesta en idénticos términos. La postura del médico puede resumirse en una de sus frases: “cada uno es libre de opinar que sus moscas son incapacitantes, pero yo no voy a darle la razón”.

En último término, esta afirmación me parece buena. Pero presenta un problema aparente que me gustaría analizar. Resulta que cruza dos planos antagónicos: el de las calientes emociones de un individuo y el de los fríos enunciados que, acerca de muchos individuos, consensúa una disciplina que nos es ajena. Como consecuencia, la paradoja. No podemos evitar sentirnos perplejos cuando nos dicen que algo tan real como nuestra propia tristeza es “relativa”. Debemos estar atentos a la sutileza: es relativa en tanto somos parte del objeto de estudio de la Medicina; pero es absoluta en tanto somos sujetos y no tenemos más sentimiento que el nuestro propio.

Considerados los dos extremos, creo que la postura más inteligente es no enrocarse en ninguno de ellos. La invitación a “relativizar” recoge la vertiente “objetivista”, en la medida en que nos invita a vernos desde fuera, formando parte del mundo, como objeto entre muchos objetos. Nos invita a recordar, en suma, que no somos los únicos en el mundo y, en consecuencia, que la chica que iba a morir o a perder la vista es tan real como nosotros. No obstante, por encima de las tierras y de los tiempos, de la infinidad de calamidades que harían sonrojarse a las nuestras, nosotros no podemos dejar de existir subjetivamente. Mi blog quiere ser humilde demostración de ello.

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El blog de Ocularis (II) y algunos factores humanos
El blog de Ocularis (I)

21/7/08

La firma


Publico esta entrada para comentaros que
desde ahora firmaré en este blog como 'Juan', y no con el apodo inventado que estaba usando.

Como ya he dicho alguna vez, me parece perjudicial exhibir el tema de las moscas volantes fuera de este blog. Mientras que Internet nos ofrece la posibilidad de ensayar diferentes registros de nuestra personalidad en condiciones de seguridad y de anonimato, en la vida real no conviene ser cargante con las personas que nos importan. En mi caso concreto, salir a la calle diciendo las cosas que digo aquí sería la más nefasta forma de permitir a las moscas conquistar mi vida.

Por este motivo, he decidido usar desde ahora mi verdadero nombre, un nombre lo suficientemente común como para no indentificarme, pero que me identifica mejor que ninguno, por ser el mío. El caso es que me estaba molestando aparecer de primero en Google al teclear el antiguo alias, por el que me identifico en páginas relacionadas con otros asuntos. Lo que quiero es que nadie que me conoce pueda encontrar este blog. Quedo entonces presentado.

12/7/08

El blog de Ocularis (II) y algunos factores humanos


Dicho lo dicho en el artículo anterior, ¿en qué lugar queda El vuelo de las moscas cojoneras? Defender el planteamiento de Ocularis, ¿significa acaso una contradicción con todo lo que en mi blog he dicho? No, en absoluto. Porque éste no es un blog de medicina, y defiende que la reflexión sobre un problema relativo a nuestro cuerpo, sea grave o leve, es libre e íntima, y en ningún modo puede quedar satisfecha totalmente por un punto de vista exclusivamente médico.

La cartesiana malla de la ciencia, de la objetividad, del hecho probado, suele quedarse corta cuando pretende explicar nuestras alegrías y nuestras tristezas en términos de causa-efecto. Y más cuando se ve condicionada por los engranajes burocráticos y por la rutinización profesional.

También Ocularis se refiere a esta libertad nuestra cuando incansablemente alega: “yo digo lo que hay; después, cada uno es libre de pensar lo que quiera”. Justo por esto soy un lector habitual del blog de esta persona, pese a que alguno de los lectores del mío se vea decepcionado. Yo no busco en el blog de Ocularis que sea bueno en alentar las penas del público, o en parchear las lagunas del conocimiento con esotéricas teorías de campos de energía. Espero solamente que sea bueno en traducir a un nivel asequible los conocimientos sobre la facultad de ver; no los propios de Ocularis, sino los aceptados y contrastados por la Medicina. Pues es una ciencia que siempre me ha inspirado el máximo respeto y confianza, no obstante sus lógicas limitaciones.

Pero frente a esto, creo que hay un aspecto que Ocularis no parece contabilizar: la propia ciencia, la Medicina a nivel institucional, también está impregnada por las ideologías, es decir, se ve afectada por el mundo de las opiniones (entre las cuales está todo lo relacionado con la ética). Para cualquier ciencia, la neutralidad es un desideratum, no una realidad de hecho, habida cuenta de que está desempeñada por seres humanos individuales, que no son ajenos a factores culturales y mutables, ni tampoco a las pulsiones emocionales.

Pueden aducirse infinidad de ejemplos históricos: la consideración de la homosexualidad, el desinterés hacia los mecanismos de placer del aparato reproductor femenino, las reservas hacia el aborto, las prácticas médicas durante la Alemania nazi, las distintas posturas hacia la eutanasia o las trabas a la experimentación genética son algunas pruebas de que la historia de la Medicina soporta una lectura cultural. [En consecuencia, no es inverosímil que pudiese aparecer una generación de oftalmólogos, enraizados culturalmente en la sociedad del bienestar, que hiciese una consideración distinta de las miodesopsias; no en vano, la aparición de la medicina estética y de las generaciones de médicos que la apoyan es también consecuencia de un cambio cultural].

Salvando las distancias con tan eminentes cuestiones históricas, es únicamente en este territorio “cultural” donde mi blog pretende ejercer alguna influencia, por leve que sea. Por ejemplo, para hacer aceptables enunciados como éste: “no es ridículo (anómalo, extraño, extravagante) sufrir por moscas volantes” o “algunas personas mentalmente sanas pueden sufrir por tener moscas volantes”, lo que no impide que sigan teniendo validez otros enunciados como “a día de hoy, lo ideal sería acostumbrarse a las moscas volantes”.

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El blog de Ocularis (I)

El blog de Ocularis (III): objetos y sujetos

El blog de Ocularis (IV): recapitulación

5/7/08

El blog de Ocularis (I)


Entre los enlaces a los que apunta este blog, hay uno qu
e se repite con especial frecuencia. Se trata del que remite al blog de Ocularis, un espacio que tiene como objetivo la divulgación de los conocimientos del campo de la oftalmología. Citado la mayoría de las veces como un referente informativo, se ha filtrado aquí en ocasiones como ejemplo de un planteamiento antipático hacia el tema que nos preocupa. Pienso que nuestros intereses particulares han distorsionado un poco el verdadero sentido de esa web. Por eso, llevaba un tiempo pensando en dedicarle este comentario, con la intención de trascender un poco todo lo relativo al tema de las moscas volantes.

Vasto, sintético y asequible, el proyecto Ocularis está en permanente ampliación desde hace casi tres años. Actualmente ofrece ya una amplia colección de artículos especializados, avalados por la cualificación de su único autor, oftalmólogo profesional. Ligero y coloquial en el estilo, ameno en el enfoque, aborda desde los temas más populares a los menos conocidos despertando la curiosidad entre muchos lectores, entre los que me cuento.


Tipológicamente, es un blog de medicina, entendiéndose ésta en el sentido académico y ortodoxo del término. Su aspiración es, por tanto, rigurosamente científica; no especulativa, ni tampoco piadosa. En consecuencia, la finalidad que el blog se marca es muy clara: compartir con l
a sociedad conocimientos fundados y concretos, avalados por una metodología históricamente consensuada y con eficacia demostrada.

Formalmente, el mensaje viene condicionado por su público objetivo, definido desde el principio entre internautas de nivel cultural medio, y ajenos al gremio de la medicina. No obstante esta intención, dos polos ajenos al planteamiento inicial han determinado la progresión de Ocularis a lo largo de este tiempo. Por una parte, el deseo de elevar el mensaje a secto
res de público profesionales de la disciplina tratada; por la otra, la presión de públicos populares que, movidos antes por un problema individual que por una curiosidad general, demandan un reenfoque en ciertos aspectos del blog.

Vista de la portada del blog de Ocularis (a 5 de julio de 2008).

A este respecto, uno de los temas que más controversia suscitan es precisamente el que me ocupa en mi blog: las moscas volantes. El propio Ocularis ha mencionado en varias ocasiones la abundante marea de visitantes que atraen sus dos artículos (1 y 2) sobre miodesopsias, no en vano son los que más comentarios han recibido. Es en este apartado donde puede verse por donde van los tiros de gran parte de la audiencia que, movida por el terror que le provocan sus propios males, no desea tanto información como consuelo. La consecuencia es que, en la medida en que el blog cede a la polémica, se deturpa su finalidad original y se generan equívocos.

Se distingue en el discurso de muchos comentarios la errónea interpretación del blog como un foro libre de ideas, donde se puede participar equitativamente. Frente a la curiosidad, son el miedo, la desesperación o incluso la rabia los sentimientos motrices. La búsqueda de refrendo para la opinión personal, el reproche o la petición de ayuda, son formas habituales de rebasar el territorio del blog. Muchas veces, se basan en la necesidad de obtener cierta correspondencia sentimental, en una creencia que gobierna muchos de nuestros impulsos como pacientes. Por una extraña razón, algunos de nosotros tenemos la sospecha de que, si nos amase una hermosa oftalmóloga residente de primer año, ella sí estaría dispuesta a sacarnos las moscas de la vista. Nada más lejos de la realidad: entonces, nos daríamos cuenta de que verdaderamente los médicos no nos engañan cuando nos dicen que no se puede hacer nada.

Por su parte, lo que subyace en muchas intervenciones de Ocularis es la idea de que someter la ciencia a refrendo democrático es una temeridad. Y medir en pie de igualdad a la medicina con las opiniones populares constituye un acto estéril, pues toda relación que se establezca entre ambas ha de ser por fuerza asimétrica. En este contexto, se entienden las continuas advertencias de su autor contra las consultas particulares y contra las especulaciones pseudocientíficas, a veces enormemente atrevidas. La moderación de comentarios es la herramienta principal que Ocularis utiliza para la suspensión de toda polémica.

Pero la desesperación tiene la virtud de la perseverancia: a un lado Ocularis, al otro muchos comentaristas, las faltas de entendimiento y los intereses encontrados acompañarán siempre a este blog. Son parte de su naturaleza, en la medida en que se ha atrevido a bajar a la arena, a internet, donde se desvanecen los límites socioculturales de la vida real.

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