El vuelo de las moscas cojoneras

Las miodesopsias o 'moscas volantes' son opacidades que se forman a veces en el vítreo del ojo y tienen carácter permanente. Para quienes las tienen, se perciben como sombras que pululan por el campo visual, a menudo comparadas con puntos, hilos o telarañas. La oftalmología las considera por sí solas un problema menor. Hoy en día, no las trata porque no dispone de un remedio eficaz; no obstante, sostiene que se dejan de percibir con la costumbre. Cuestionada esta afirmación por muchas personas, este blog nace para comprobar su veracidad sobre mi caso particular. Pero no persigue una experiencia científica, sino expresiva.
[Aviso: ÉSTE NO ES UN BLOG DE MEDICINA. Para leer una descripción médica de las miodesopsias, visita este enlace.]

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18/7/07

Otra de arena


Por momentos, la cosa pierde importancia.
Hay que incidir en estos momentos, para que quien se pase por esta página no se lleve una impresión terrible de las miodesopsias (o quizá una imagen terrible de quien las padece).

Ayer hice el último examen de oposición y, por fin, ahora sí puedo decir que estoy de vacaciones. La verdad es que la satisfacción personal de haber hecho un buen curso, doblegando tantos momentos de débil ánimo, me ha dado un enfoque distinto de la cuestión.

La semana pasada constituyó unos días de paréntesis previo al último examen, y me la tomé muy relajadamente, hasta el punto de inaugurar la temporada de baño en el río. Mi experiencia con las moscas en estos días fue notablemente positiva. Esta experiencia positiva global se construyó en base a circunstancias anecdóticas, como no podía ser de otra forma, pues también las miodesopsias son en esencia unas manchitas insignificantes capaces de matizar e impregnar toda experiencia sensible.

Se da la circunstancia de que, allí a donde fui a darme un chapuzón, hay muchos árboles, muchas rocas grises, y el agua se mueve sin parar frente a un dique, antes de bajar a toda velocidad por un raudal. Es un espacio caprichoso, discontinuo, lleno de variedad de formas y colores. Por tanto, si uno tiene la suerte de tener únicamente miodesopsias, la experiencia es bien parecida a no tenerlas.

No sólo esto... una vez alcanzado un nivel alto de reconciliación con mi vista, casi olvidado de estos seis meses pasados, me tumbé boca arriba en una roca con las gafas de sol puestas. Lo hice con inconsciente confianza; no iba en busca de mosca alguna, sólo a mirar el cielo. Y de veras que me pasé un buen rato sin encontrarlas, paseando por el azul intenso, salpicado de nubes enormes, de variadas texturas, unas espumosas como algodón; otras largas y grumosas como una pincelada; otras profundas, abismales, como una enorme llanura arcillosa y resquebrajada.

Hoy he ido a visitar al oculista. Es primera de vez desde hace seis meses, cuando lo de las moscas. En esa ocasión, la miopía me había subido repentinamente 1 dioptría en cada ojo, y ligado a ello, parece evidente, las miodesopsias. Hoy, por suerte, la cosa no ha ido tan mal. Cuando el oculista me pidió que leyese la línea sobre la que me ajusta las lentillas, me di cuenta de que no sólo veía esa, sino dos líneas más por debajo. Me dijo que no era malo, que al contrario, que todo estaba bien; no me reajustó las lentillas. Saber que el aumento de miopía me ha dado un respiro me ha alegrado el día.

Dos experiencias positivas estos días me dan bastante ánimo. La aspiración, aunque siga habiendo días malos, es que porcentualmente haya más días como estos a lo largo del mes. Hasta tengo ganas de ir a la playa, y eso a pesar de algunos comentarios que han salido en el blog. Aún no la he probado este año; espero superar la prueba. Pero, para superarla, supongo que primero hay que evitar pensarlo.

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